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30/9/22

La sirena y el Karlsruhe (texto completo)

(Diálogo)

Alfredo Conde Pausas



[Pocos años antes de la segunda guerra mundial, la bahía de Samaná era visitada por buques de la marina de guerra alemana. Durante su estadía, los jóvenes marinos germanos, tripulando veloces lanchas de motor, desde la salida hasta la puesta del sol recorrían incansablemente toda la superficie de la bahía, sondeando sus profundidades; y bordeaban palmo a palmo todos los festones de la accidentada costa para reunir los datos tendientes al levantamiento de los planos y mapas que pudieran servirles en caso de guerra.

24/9/22

El intervalo comunista (5 de 5). Pericles Franco y Freddy Valdez

 Pedro Conde Sturla 

23 septiembre, 2022

Durante el año de 1946 el gobierno de la bestia enfrentó algunos de sus más grandes desafíos, empezando por la gran huelga de los obreros en La Romana y San Pedro de Macorís, la histórica huelga del 7 de enero que fue el más grande de todos los desafíos.

16/9/22

El intervalo comunista (4). Juventud Democrática y Partido Socialista Popular

Pedro Conde Sturla

16 septiembre, 2022



El 27 de agosto de 1946, en un histórico manifiesto —firmado por Fredy Valdez, Roberto MacCane, Ramón Grullón, Mauricio Báez, Héctor Ramírez, Rafael Ovenedit, Luis Escoto, Antonio Soto— el Partido Socialista Popular anunciaba su presencia en el país y su decisión de lanzarse a la lucha política. Sus dirigentes habían dejado el exilio, habían salido de la clandestinidad, se habían atrevido a regresar, acogiéndose a un quebradizo pacto con la bestia, y muy pronto su presencia se haría sentir en el escenario nacional.

Una de las primeras cosas que harían los dirigentes del PSP fue reactivar la Juventud Revolucionaria, la JR, con el nombre de Juventud Democrática, el frente amplio destinado a captar y aglutinar a la oposición sin distinción de credo político. Otra cosa, quizás más importante, fue encauzar el trabajo de masas hacia las organizaciones de obreros, infiltrarse en la Confederación de Trabajadores Dominicanos, CTD.


La bestia nunca pudo prever el estado de zozobra en que los comunistas del PSP y los miembros de la JD pondrían al aparato estatal. El doble juego con los comunistas nunca estuvo bajo su control. De hecho, la criada le salió respondona. Muy pronto se producirían movilizaciones y protestas de cierta consideración en la capital y Santiago, se crearía un estado de agitación permanente. Durante poco menos de un año, entre agosto de 1946 y abril de 1947, los miembros del Partido Socialista Popular y la Juventud Democrática se embarcaron en un frenético activismo político que durante los primeros meses se tradujo en numerosas jornadas de agitación y manifestaciones de masa, venta de periódicos y distribución de volantes. Entre la gente que sacó la cara y se afilió en la JD, dándose a conocer públicamente como antitrujillista, había hijos y parientes de altos funcionarios del gobierno. Otros opositores asumirían sin tapujos la militancia comunista y formarían parte de los más de treinta miembros del PSP que se inmolaron, muchos años después, en la expedición del 14 y 20 de junio de 1959.


Por lo demás, algunos activistas se entremezclaban y eran miembros de ambas organizaciones. La fiebre antitrujillista y revolucionaria contagiaba y unía por igual a personas de las más variadas inquietudes políticas. Nombres conocidos y desconocidos de los protagonistas de ese histórico episodio —que sólo es posible mencionar a título de ejemplo— llenarían las páginas de un libro infinito.


En ese ambiente de rebeldía prosperaron los dirigentes de Juventud Democrática: Manuel Mena Blonda, Virgilio Díaz Grullón, José Ramón Martínez Burgos, Juan Ducoudray, (quien también pertenecía al PSP), Josefina Padilla Deschamps. Al mismo tiempo surgieron órganos de prensa como “El Popular”, del PSP, y “Juventud Democrática de la JD. Por primera vez, desde el inicio de la tiranía, un frente político de oposición se atrevería a llamar a la gente a una manifestación antigobiernista y por primera vez acudiría gente, mucha gente al llamado.


La ciudad capital y Santiago, principalmente, fueron el escenario de grandes concentraciones, manifestaciones de masa convocadas por el PSP o la JD en las que se escucharon las voces de Mauricio Báez, Salvador García Agüero, Ramón Grullón, Poncio Pou, Fellín Moore y hasta Tiberio Castellanos en su mejor época. Una época en la que Tiberio se destacó como el mejor vendedor de periódicos de la Juventud Democrática y Hugo Tolentino Dipp cayó preso en una ocasión por repartir volantes de la misma agrupación junto a Virgilio Díaz Grullón, y en la que conocidos poetas e intelectuales como Máximo Avilés Blonda, Rafael Valera Benítez, Lupo Hernández Rueda y José Aníbal Sánchez Fernández hablaban alegremente contra el gobierno desde una peña literaria en la cafetera.


Sin embargo, el mal llamado interludio de tolerancia llegaría bien pronto a su fin. No duró mucho tiempo la bestia en darse cuenta de que había creado una especie de Frankenstein.Todavía no se había producido la huelga de los trabajadores de la caña en La Romana y San Pedro de Macorís, que tendría lugar en enero de 1947, pero se veía claro que los jóvenes activistas del PSP y de la JD ganaban cada día más adeptos y emprendían acciones más osadas.


Las manifestaciones del PSP en la ciudad capital, Ciudad Trujillo, habían sido tan exitosas que se decidió ponerle un alto.


Hasta el momento las fuerzas represivas habían actuado, a regañadientes, con cierta moderación, se limitaban a amenazar, a entorpecer, a tratar de que la gente no tomara parte en los actos. Sin embargo, el día 26 de octubre de 1946 el Partido Socialista Popular y la Juventud Democrática convocaron a un mitin en el Parque Colón que fue violentamente reprimido.


Al parecer la convocatoria superó las expectativas. Millares de personas acudieron al llamado, inundaron literalmente el lugar. Se dice que el gentío, desbordó la plaza y las bocacalles aledañas. Al gentío se sumarían las voces libertarias, los aplausos atronadores, y provocaron la ira de las llamadas fuerzas del orden.


Una banda de facinerosos, de policías vestidos de civil, embistió contra la muchedumbre repartiendo macanazos, disparando, hiriendo a numerosas personas, y dispersaron en poco tiempo a los manifestantes. Muchos fueron apresados y otros buscaron asilo en la Embajada de México. Pero Trujillo fue esta vez generoso. El escándalo que provocó la violenta represión lo obligó a ser generoso y ordenó soltar a los presos y ofreció garantías a los que se habían asilado para que abandonaran la embajada.


Los opositores, por supuesto, no escarmentaron. El domingo 24 del mes de noviembre de 1946, la Juventud Democrática realizó sin mayores contratiempos otro mitin en la Plaza Rubén Darío de Ciudad Nueva.


El mayor de todos, con una participación estimada en cinco mil personas, fue el que se realizó en el parque de La Joya, en Santiago, el domingo 1 de diciembre de 1946. En esa ocasión se escucharon las voces, —“las voces emocionadas”— de Gustavo Adolfo Patiño (miembro de una familia que por su oposición a la bestia fue casi exterminada), habló además Virgilio Díaz Grullón, habló Jose Manuel de Peña hijo, habló Rafael Moore Garrido y habló también —para variar— una valiente mujer llamada Gilda Pérez (la que sería esposa de Pericles Franco Ornes).


La participación de Gilda Pérez —una de las pocas mujeres de la época que se aventuraron en política y se atrevían a hablar en público—, no habría tenido mayor relevancia si no fuera por un dato, una anécdota que recuerdan algunos memoriosos. Al parecer Gilda Pérez fue amenazada. Recibió amenazas muy explícitas por parte de agentes del servicio secreto para que no hablara en el multitudinario encuentro. La amenazaron concretamente con quitarle la ropa, con despojarla de todas sus prendas si se atrevía a tomar la palabra. Gilda Pérez respondió que tendría entonces el honor de ser la primera mujer dominicana que hablara desnuda en un mitin. El hecho es que Gilda habló y nunca la desnudaron. Los tenebrosos agentes que rodeaban el parque no se atrevieron a desnudar a la desafiante Gilda Pérez y es posible que muchas personas se sintieran defraudadas.


El hostigamiento contra los manifestantes no era sólo verbal, no se reducía a simples amenazas. De acuerdo a una información publicada en el Núm. 3 de “Juventud Democrática”, correspondiente al 7 de diciembre de 1946, “Altos funcionarios del Estado y otros señores siguen llamando a su despacho al que fué a un mitin, al hermano del que asistió a un mítin, al padre o a cualquier otro familiar del que presenció un mitin; si es empleado público, la destitución es indefectible…”. Es decir, no se penalizaba solamente a los que participaban. Muchas veces los que perdían el empleo no eran nada más los que asistían sino los familiares. 


(Historia criminal del trujillato [105])


Bibliografía:
Robert D. Crassweller, “The life and times of a caribbean dictator.

Gabriel Atilio, “Los comienzos de la lucha política de clases en la República Dominicana” (https://www.marxist.com/republica-dominicana-origenes-socialismo.htm). Roberto Cassá, “Movimiento Obrero y Lucha Socialista en Republica Dominicana”. Bernardo Vega, “Un interludio de tolerancia”. José Abigail Cruz Infante, “Un líder sindical asesinado” (https://listindiario.com/puntos-de-vista/2008/09/21/74536/un-lider-sindical-asesinado). Ángela Peña, “Luchador antitrujillista y locutor destacado”(https://almomento.net/luchador-antitrujillista-y-locutor-destacado/)


10/9/22

El intervalo comunista (3). Mauricio Báez


Pedro Conde Sturla

12-09-2022 




El día 7 de enero de 1946 estalló en el este, en la La Romana, en el corazón de la industria azucarera, la más grande y larga huelga de obreros que alguna vez sufrió el régimen de la bestia. Pocas veces, en toda la historia patria, había estado un movimiento de oposición a la bestia en manos de dirigentes tan capaces como audaces. Había en sus filas un activo, el Fer más valioso de todos: dirigentes obreros que le permitirían influir y accionar de manera determinante entre los trabajadores de la industria azucarera. Uno de ellos era Mauricio Báez, el más emblemático sindicalista en la historia de la República.


A Mauricio le habían salido los dientes en la lucha sindical, aunque también llegó a trabajar como obrero en el corte de caña. Empezó a batallar desde los años treinta, desde el inicio mismo de la era y muy pronto se dio a conocer por su carácter fogoso, insobornable. Sobresalía por “su alta estampa de negro formidable”, un negro perfilado y elegante al que gustaba usar traje y sombrero blancos. No tenía una educación formal, pero era dueño de una inteligencia despejada y de un talento y vocación de periodista, y era temible como orador, un orador de barricada, que recorría los muelles de San Pedro de Macorís y los numerosos locales de los trabajadores de la caña con sus palabras incendiarias, despotricando contra la injusticia y abogando por la unidad de la clase obrera. Organizó sindicatos, organizó y participó en numerosas huelgas y actos de protesta.

En torno a él, aparte de su inseparable correligionario Justino José del Orbe (el inolvidable Viejo Justo), se agruparon Héctor Porfirio Quezada, Julio Aníbal García Dickson, Alberto Laracuent Polanco, Hernando Hernández (padre de Homero Hernández Vargas), Benjamin Carela, Mario Julio Cuevas, Ismael Paulino y otros bragados dirigentes sindicales. Varios de ellos morirían de mala muerte en poco tiempo, asesinados por esbirros de la bestia, pero no sin haber logrado organizar numerosos gremios y una federación en la región, más una huelga de resonancia nacional.

Dice Crassweller que en esa época había en el este unas ciento cincuenta organizaciones laborales, aunque la mayoría obedecía a los intereses de la bestia. Se habían producido, sin embargo, varias huelgas (e incluso actos de sabotaje que incluían incendios provocados y descarrilamientos), y existía un auténtico fermento de rebeldía en la clase obrera.

El hecho es que al cabo unos meses de intenso trabajo organizativo se produjo, precisamente al inicio de la zafra, la madre de todas las huelgas en La Romana. Una huelga que —al decir de Crassweller— se extendió ampliamente, espontáneamente, hasta San Pedro de Macorís y que el aparato represivo de la bestia no fue capaz de detener con la fuerza de las armas, o que la bestia no se atrevió a detener a sangre y fuego por temor a las consecuencias, al posible entorpecimiento del proceso productivo. Fue la única huelga verdaderamente importante y exitosa que se le hizo al gobierno de la bestia y duró en total unas dos semanas y recibió —como dice Crassweller— la atención personalizada de los más altos funcionarios del gobierno.

Los acuerdos posteriores dieron a los obreros lo que habían buscado, un aumento sustancial del salario, que duplicaba lo que hasta el momento recibían los cortadores de caña y jornadas de ocho horas diarias. Además no hubo violencia durante la huelga ni hubo represalias mientras duró.

Lo que vino después fue, sin embargo, terrible, como era de esperar. Toda una ola o un tsunami represivo. Varios dirigentes serían burdamente asesinados y después acusados de cometer suicidio. Docenas serían encarcelados y otros se refugiarían en la embajada de México. 

La actitud desafiante de Mauricio y el enrarecimiento de la situación política lo llevaron primero a la cárcel y lo obligaron después a tomar la vía del exilio, del cual regresaría no mucho tiempo después con sus compañeros del PDRD que ahora se llamaba PSP. 

Desde que volvió a poner pie en la isla volvió a las andadas. Retomó de inmediato su labor de organizador y agitador en la región este, en el corazón de la industria azucarera, pero muy pronto se vería otra vez obligando a tomar la vía del exilio.

Mauricio Báez, el prominente líder comunista y sindicalista, volvería otra vez al exilio. El exilio en Cuba. Pero la bestia ya lo había sentenciado.

Mauricio no abandonó la lucha contra la bestia en el país ni en el extranjero. Denunciaba por la radio sus crímenes y atropellos y denunciaba la presencia de los espías y sicarios que importunaban la vida de los exiliados. Contra uno de ellos, el monstruoso Felix W. Bernardino, que era cónsul en La Habana, dirigía con frecuencia sus cañones. Lo acusaba abiertamente por los abusos y asesinatos que Bernardino había cometido en sus tierras del Este de la República Dominicana. El mismo monstruoso Bernardino a quien se le atribuye la planificación de su desaparición y muerte.

En varias ocasiones, su compañero Justino José del Orbe le había advertido del peligro que corría al exponerse públicamente de forma tan temeraria y de la necesidad de tomar precauciones. El día 9 de diciembre de 1950 se lo advertiría por última vez. En esa ocasión se trataba de una amenaza concreta. Justino era portador de un mensaje de la exiliada Genoveva Ramírez Alcántara, en la que esta le decía que había llegado a La Habana un grupo de sicarios de la bestia con el propósito de darle muerte a él y otros dos dirigentes del exilio. Pero todo fue inútil.

Uno o dos días más tarde Mauricio Báez recibió la visita de tres individuos con los que se le vio conversando en la calle, como si fuesen amigos o conocidos, se montó con ellos en un automóvil y desapareció para siempre.

De los horrores que sufriría solo es posible hacerse una idea, una pálida idea.

(Historia criminal del trujillato [104])

Bibliografía:

Robert D. Crassweller, “The life and times of a caribbean dictator. Gabriel Atilio, “Los comienzos de la lucha política de clases en la República Dominicana” (https://www.marxist.com/republica-dominicana-origenes-socialismo.htm).

Roberto Cassá, “Movimiento Obrero y Lucha Socialista en Republica Dominicana”. Bernardo Vega, “Un interludio de tolerancia”. José Abigail Cruz Infante, “Un líder sindical asesinado” (https://listindiario.com/puntos-de-vista/2008/09/21/74536/un-lider-sindical-asesinado)

3/9/22

El intervalo comunista (texto completo)

(1-6)

Los vaivenes del poder

Pedro Conde Sturla

19 agosto, 2022


El tercer gobierno de la bestia como presidente de la República (1942-1947) fue un período de bonanza para la clase dominante y también de grandes descontentos y agitaciones políticas y sociales. El precio de la materia prima, productos agrícolas y agroindustriales y minerales se disparó a causa de la segunda guerra mundial y permitió consolidar las empresas del tirano y de su familia, que operaban generalmente en régimen de monopolio. Los negocios de María Martínez de Trujillo subieron como la espuma y los ingenios azucareros se convirtieron en la primera fuente de divisas del país, es decir, del tirano.

2/9/22

El intervalo comunista (2)

Pedro Conde Sturla

2 septiembre, 2022

Mauricio Báez y Ramón Marrero Aristi

Entre los comunistas más conocidos de aquella época había uno al que le decían Chito, Francisco Henríquez Vásquez, y había uno al que llamaban Periclito, Pericles Franco Ornes. Dos compañeros de ideales que se iniciaron a muy temprana edad en la lucha contra el gobierno de la bestia. La meta que perseguían, sin embargo, no contemplaba el simple derrocamiento del tirano sino la revolución social.