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30/6/23

La fuga hacia ninguna parte (1)

Pedro Conde Sturla 
30 junio, 2023

Fotos del Catalina después de la explosión y de los cuerpos calcinados de Hugo Kundhart, Alfonso Leyton, Alberto Ramírez y Salvador Reyes Valdés

Los expedicionarios sobrevivientes se despidieron del Catalina y de los restos de sus compañeros muertos con una mirada vacía, desangelada. Nadie dijo una palabra, nadie habló, rindieron un homenaje silente y se alejaron.

23/6/23

Desembarco en Luperón (3 de 3)

Pedro Conde Sturla 

23 junio, 2023

Estado en que quedó el hidroavión Catalina después de la explosión.

Apenas habían desembarcado y ya habían sido derrotados. Algunos no habían pasado ni siquiera del muelle, dos estaban heridos y uno estaba muerto y el comandante había ordenado la retirada. Sus palabras habían sido lapidarias: «Esto fracasó, nos vamos para Santiago de Cuba».

16/6/23

Desembarco en Luperón (2)

Pedro Conde Sturla

16 junio, 2023

El plan era sencillo. Transportar las armas del hidroavión al muelle con ayuda de la tripulación y unos cuantos voluntarios, mientras el comando de acción sometía a las autoridades, tomaba el pueblo, la oficina del telégrafo, que era lo más importante. A nadie se le ocurrió pensar que poco tiempo más tarde el grupo regresaría de manera atropellada y que el desembarco en Luperón se convertiría en un desastre monumental.

10/6/23

En la penumbra


En cuánto vi en la penumbra su larga y abundante cabellera negra, su ingenua desnudez, la mano agujereada, la piel cobriza, y los pies volteados hacia atrás de esa manera tan característica, supe que estaba en presencia de una ciguapa…

9/6/23

Desembarco en Luperón (I)

Pedro Conde Sturla 

9 junio, 2023


Durante el largo vuelo, y en tantas otras ocasiones, Tulio Arvelo había pensado en la muerte, en lo que les esperaba al bajar del Catalina. Morir era, desde luego, un riesgo calculado, pero Tulio Arvelo nunca pensó que moriría. Se preocupaba por sus compañeros más cercanos y queridos.

2/6/23

Camino de Luperón (2 de 2)

Pedro Conde Sturla 


Manifiesto de la expedición de Luperón


La frustración y la impaciencia, entremezcladas seguramente con una especie de rabia sorda, no permitieron a los hombres del Catalina pegar los ojos esa noche. Todos creían que en ese momento los miembros de los demás grupos habían desembarcado en Santo Domingo, que habían establecido contacto con los miembros del Frente Interno, que de seguro habían distribuido las armas y se hallaban quizás en plena acción. Ellos, en cambio, permanecían varados, al menos por una noche, en tierra guatemalteca. Y todo por falta de un sistema elemental de comunicación.