Anselmo Paulino Álvarez probablemente nunca tuvo indicios de que había caído en desgracia. El ojo mágico que todo lo veía y todo lo sabía le falló en el momento en que más falta le hacía, no pudo ver el abismo que estaba a punto de abrirse bajo sus pies. Y lo peor es que quizás había sucedido porque en esa época ya se había divorciado de Madame Andree García. El divorcio de la Madame haitiana y su matrimonio con Maria Alida Aguilar debilitaron —como todos sabían y decían— sus vínculos con el vudú y contribuyeron a su desgracia.
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10/1/22
9/1/22
El regreso
Regresó a Roma después de treinta y cuatro años y lo primero que le vino en mente al salir a pasear por la Vía del Corso fue el recuerdo de aquella muchacha alegre que caminaba a su lado con la cabeza apoyada en su hombro. Entonces supo que en realidad no había regresado, que no regresaría nunca a Roma.
8/1/22
26/11/21
HISTORIA CRIMINAL DEL TRUJILLATO (tercera parte)
(61-100)
Pedro Conde Sturla
Índice:La bestia sigue a caballo (1)La bestia sigue a caballo (2)Los inmigrantes Meditaciones morales (1)Meditaciones morales (2)El círculo del poder (1)El círculo del poder (2): El ascenso de PaulinoEl círculo del poder (3): El ascenso de PaulinoEl círculo del poder (4): El ascenso de PaulinoEl círculo del poder (5): El derrumbe de PaulinoEl círculo del poder (6): el derrumbe de PaulinoEl círculo del poder (7): Vicisitudes y venturas de PaulinoEl círculo del poder (8): La danza de los favoritos El círculo del poder (9): La danza de los favoritosEl círculo del poder (10): La danza de los favoritos El círculo del poder (11): la danza de los favoritos y la casa del cerroEl círculo del poder (12):La danza de los favoritos y la casa del cerroEl círculo del poder (13): La caída de Don Cucho y otros favoritos
La bestia sigue a caballo (1)
Pedro Conde Sturla
15 octubre, 2021
6/11/21
51, 52 y 53
Pedro Conde Sturla
18 enero, 2017
En el pase de lista de aquel segundo teórico de la Escuela Normal de Varones Presidente Trujillo, los números 51, 52 y 53 correspondían a Federico Jovine Bermúdez, al autor de estas notas y a Miguel Guerrero, el mismo que escribe en las páginas de opinión de El Caribe todos los días y fiestas de guardar. El orden numérico era tan estricto que a cada alumno se le asignaba un pupitre en base al mismo, empezando por la primera hilera, y muchos de nosotros no nos conocíamos y no nos conocimos más que por el número, algo tan impersonal como el uniforme de caqui sin el cual no podíamos ni siquiera asomarnos a la puerta de entrada.