Pedro Conde Sturla
11 febrero, 2022
Virgilio Álvarez Pina —solemnemente Don Cucho— empezó su carrera al servicio de la bestia en la misma época que Paíno Pichardo, pero con anterioridad había sido un fiero y breve oposicionista y con mayor anterioridad había sido uno de los mejores o el mejor amigo de infancia de la bestia. Era el mismo Cucho que alguna vez había sido un ferviente y leal partidario de Horacio Vázquez, alguien que —según cuenta Crassweler—, le llevaba el desayuno a la cama y que había sido candidato a Senador por el Partido Nacional de Horacio Vázquez en las elecciones de 1930. Se trataba, en esencia del mismo Cucho que, al igual que otros, le había advertido en su debido momento a Horacio Vásquez que Trujillo estaba conspirando y que le aconsejó destituirlo, el consejo de varios colaboradores y de un Cucho Álvarez que ya le temía a su amigo de infancia y que por cierto dio lugar a un celebre episodio en la Fortaleza Ozama, una especie de desencuentro en el que Horacio no dejó de darse cuenta de que era más un prisionero que un Presidente en presencia del brigadier Trujillo.