Pedro Conde Sturla
23 agosto, 2019
Marcial Lafuente Estefanía divisó a lo lejos al muchacho que caminaba en dirección al rancho con pasos torcidos. Traía la silla de montar al hombro y a medida que se fue acercando pudo ver que estaba flaco, débil, esmirriado. En algún lugar del desierto había perdido la montura y parecía a punto de colapsar mientras avanzaba con un andar cada vez más vacilante hacia el pozo. Por un momento le pareció que no iba a poder llegar y Marcial Lafuente Estefanía fue a su encuentro y le pasó la cantimplora.