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26/7/24

La lluvia de esos días (1)

Pedro Conde Sturla

26 julio, 2024

Un cuento puede vivir años en estado de vida latente. Luego empieza a crecer, si es que crece, y un día adquiere vida propia, desborda su propio contenido y sale al mundo vestido solamente con palabras.


Recuerdo que estuve en México en esa época, que estuve más bien en Ciudad México en los días en que Manzanero puso de moda «Esta tarde vi llover» y llovía a cántaros. Era difícil salir a la calle y no mojarse, todo el mundo andaba mojado y las calles se veían anegadas y brillosas, con ese brillo especial que le confiere la lluvia a las calles. Lo peor es que llovía incluso dentro de los lentos autobuses de transporte público y por debajo de las sombrillas y paraguas y yo estaba frenético y mojado buscando a una novia que había conocido el año anterior en Tampico, durante la llamada semana santa, y a la cual no volví a ver.

13/7/24

Cambio de bestia (1-12)

Cambio de bestia (1): Negro Trujillo en el trono) 

Pedro Conde Sturla

26 abril, 2024

La bestia tenía muchos motivos para celebrar y hubo grandes celebraciones. El año 1947 había sido difícil desde el principio, pero la razón y el orden habían prevalecido, prevaleció el régimen de terror de la bestia. El 16 de agosto se había juramentado de nuevo como presidente, por cuarta vez presidente, elegido casi por unanimidad. Los comunistas del PSP y los antisociales de Juventud Democrática, que habían desafiado su gobierno públicamente, estaban en el exilio o en la cárcel o estaban muertos o lo estarían más adelante. La mayor amenaza que se había orquestado contra su gobierno, la expedición de Cayo Confites se había derrotada en parte a sí misma, y la de Luperón, apenas dos años después, se redujo a un breve episodio.

12/7/24

Cambio de bestia (12 de 12): El precio del Concordato

Pedro Conde Sturla

12 julio, 2024

El 14 de agosto de 1954 la bestia regresó al país con pilas nuevas. Había sido recibido en España en olor de multitudes, había sido recibido por el papa en olor de santidad y había sido recibido como de costumbre en el imperio con la mayor deferencia. Regresó, pues, transfigurado. Como tocado por un ángel, o por lo menos un santo.

9/7/24

Las sonrisas perdidasPedro Conde Sturla 9 julio, 2024 Koldo sabía que el tiempo no acepta prórrogas ni se aviene a consensos y te cobra en ausencias las sonrisas perdidas. Eso dijo antes de irse. Habló de las sonrisas perdidas. Habló del tiempo implacable, el tiempo que nunca perdona, el que no deja una deuda sin pagar. Se despidió de la vida, de las sonrisas perdidas. A Koldo la poesía le brotaba por la piel, destilaba poesía por la prosa. Casi sin darse cuenta era siempre poeta. Pero no se puede ser poeta o escritor y dramaturgo y hablar mal impunemente del imperio y de la iglesia y de los zionistas y del poder constituido y del infierno que es la vida para la mayoría. El compromiso tiene consecuencias. Muchos aquí lo admiraban con la malsana admiración de la envidia, lo apartaban, lo evitaron, lo despreciaron por sus ideas y sobre todo por su talento, su insoportable talento. Lo aislaron, lo silenciaron, lo condenaron al destierro, a la conspiración del silencio. Pertenecía a un selecto club que me honraría presidir: El club de los innombrables Koldo Campos Sagaseta Escritor Los poetas del patio siempre me han considerado, en el mejor de los casos, un buen dramaturgo. Los dramaturgos por su parte nunca han tenido reparos en elogiar mi poesía y, unos y otros han coincidido en admitir que soy un buen columnista. Por suerte no escribo novela…todavía. Pero a estas alturas, 21 años después de vivir y escribir en Santo Domingo, casi los mismos en que porto en mi cédula la nacionalidad dominicana, semejantes olvidos ni me sorprenden ni me afligen. Puedo vivir con ellos. A veces me he entretenido en repasar en las numerosas antologías poéticas publicadas en el país en relación a las últimos veinte años si acaso algún desubicado cronista tuvo a bien citarme, aunque sólo fuera para dejar constancia de que existí como poeta o dramaturgo, pero ni siquiera en el exhaustivo inventario de publicaciones y premios literarios que Balaguer adjuntaba en sus cortesanas memorias y en el que se reconocen hasta las más conspicuas medianías y todas las premiaciones habidas, aparece “Hágase la Mujer”, como primer premio de teatro en el 87, en Casa de Teatro, o “The Chusma Herald”, primer premio en el concurso internacional de poesía Gregorio Aguilar Barea, en Nicaragua. También, por curiosidad, me he entretenido en ocasiones en tratar de sorprender mis apellidos en alguno de los movimientos literarios que los expertos acostumbran a registrar para la historia patria, ya sea la generación del 80, de los 90, de los constructivistas, de los metafísicos, de los urbanos, de los rurales, de los postmodernos, pero ni siquiera he llegado a saberme o encontrarme entre los ilustres miembros de la generación de los indecentes. Como tampoco nunca he buscado aliados en el gremio para, al conjuro de algún rasgo común, encontrar acomodo y espacio en un posible colectivo de poetas calvos o encoletados o carnívoros y he rumiado siempre solo mi decir, nadie va a encontrarme asociado a alguna familia literaria. Y para mayor desgracia, al no haber nacido aquí, nunca podré ser parte del grupo de poetas de Santiago, de Puerto Plata o de Las Matas de Farfán. Me queda, eso sí, el Club de los Poetas Muertos, pero hasta para ingresar en tan distinguida nómina es obligatorio haber vivido antes, haber gozado siquiera de una efímera existencia, así que, a la espera de que alguna antología o cronista recoja la modesta aportación de los poetas innombrables, sólo me queda dar las gracias a las excepciones, a Manuel Chapuseaux, a Reynaldo Disla, a León David y a Jesús Sosa, ese que siempre que me encuentra me dice… “¡Poeta!”. Tenían razón para odiarlo, pero ninguna para despreciarlo. En los escritos de Koldo, con la poesía iba el humor y un talento a flor de piel, un humor que muchas veces producía escozor, producía una especie de urticaria. Una rasquiña de las de antes. En la embajada de España eran alérgicos a Koldo. No recuerdo cuántas veces protestaron desde esa madriguera por las cosas que decía, no se sabe cuánta presión harían contra el dueño del diario en que escribía para que lo sacaran. Pero Koldo persistió. Era un incordio. O más bien un inkordio. Se atrevía, sarcásticamente, a proponer las cosas más absurdas: Indemnizar al Imperio Koldo Campos Sagaseta Escritor Tras el reciente asesinato del general iraní Soleimani, las autoridades iraquíes pidieron a Estados Unidos que se vaya del país. Estados Unidos, ni se sonrojó. Primero hay que hablar de indemnizaciones. Primero fue el suculento negocio de la guerra al que se suma el no menos jugoso negocio de la paz. Después viene el negocio de la reconstrucción, igual de sustancioso que los anteriores. Llega entonces el negocio del tutelaje y, finalmente, el negocio de las indemnizaciones con que la víctima debe resarcir los gastos del agresor. (Preso politikoak aske) Hasta la gente de la farándula lo perseguía. Un notable farandulero hizo lo imposible para que perdiera el empleo, pero Koldo era generoso. Cada vez que presentaba una obra ponía en la entrada un platito de purina con salchichón para sus detractores de la farándula. El humor era lo suyo. Un humor infalible. Recuerdo que una vez Reynaldo Disla publicó en Facebook unas fotos de “prosistas dominicanos relevantes” que acostumbraba leer, entre los cuales estábamos Koldo y yo. Le di las gracias a Reynaldo y le pregunté cuánto le debía por la vaselina. Koldo también agradeció y ofreció por igual generosamente pagar su parte de la vaselina, pero con el dinero mío. La cosa sucedió así: Reynaldo Disla: Leo en Facebook a prosistas dominicanos relevantes. Federico Franco, Koldo Campos Sagaseta, Pedro Conde Sturla, Efraim Castillo, Jesús Rivera y Manuel Matos Moquete. Con sus escritos disfruto, aprendo o reflexiono. PCS: Dime, Reynaldo, cuanto te debo por la vaselina. Koldo: sí, y mi parte de la vaselina cóbrasela a Pedro que está “sobrao”. Ese era un poco Koldo. Uno de ellos. Porque igualmente había un Koldo Campos Sagaseta errabundo y meditabundo que escribía poemas que son más bien un sobresalto y que lo retratan de cuerpo entero. El Koldo que escribía, por ejemplo: “La vida es un fulgor alegre y atrevido, un sensual aldabonazo que solemos oír muy tarde, cuando ya ningún día nos es indiferente”. El Koldo de Todas las noches amanece. La vida es un fogonazo de osadía mejor o peor pensada que te lleva y te trae por la calle. Doblando esquinas vas a encontrarte con los otros, esos que también son tu memoria, la historia de una vida compartida. Y sales de tu refugio, te cruzas con ellos, dejas atrás miedos y suspicacias, esperas a que el otro se baje del columpio, te paras, los nombras, los abrazas, te quitas el sombrero, desmontas los prejuicios, te sientas a desandar el tiempo como si fuera suyo, como si fuera nuestro, descorchas un saludo, compartes una mesa, remiendas las distancias, te pierdes, te descubres, celebras los encuentros. En tránsito por nubes y tejados aprendes a exorcizar iglesias y a disolver absurdos a racionales dosis de argumentos sensatamente locos, así que apagas todo lo que no sea música y vuelves a la calle llevando de la mano a ese niño que sabe que no mientes. La vida es un fulgor alegre y atrevido, un sensual aldabonazo que solemos oír muy tarde, cuando ya ningún día nos es indiferente. Y hay días para nacer, para abrazarse al mundo y dejar, al cabo de la noche, una sonata de amor en la ventana y una sonrisa colgada del espejo, como hay días para cerrar los ojos y que la tarde desenrede nostalgias y desnudos hasta llorar la noche a sorbos y en silencio, pero todas las noches amanece. (Preso politikoak aske) De la vida se despidió, por razones de coherencia, con el acostumbrado cierre, (Preso politikoak aske), (Presos políticos libres), se despidió con un poema en que daba las gracias, melancólicamente gracias. Un simple gracias. Se despidió con esas palabras aladas de las que hablaba el griego, palabras que se enredan y desenredan, que se superponen unas a otras en un fluir de remolino, en un fluir de aspas y círculos concéntricos: “O tal vez la memoria que sabe lo que guarda e ignora lo que olvida, esas cuantas luces de combustión interna que dan brillo a las almas, y esas otras cruces de inspiración divina que ensombrecen la vida y que aún nos bailan en la sangre. O quizás el silencio, aquellos locos gritos que perseguimos juntos, insoportable estruendo de cacharros que nos ha ensordecido hasta el recuerdo. O podría ser el tiempo, que no acepta prórrogas ni se aviene a consensos y te cobra en ausencias las sonrisas perdidas, pero así el tiempo nuble la memoria y desvanezca tu nombre y mis palabras, por si acaso mañana no nos vemos… gracias”. En fin, así es: O tal vez la memoria o quizás el silencio y podría ser el tiempo, las sonrisas perdidas… Uno vive para esto, para sembrar palabras que quizás fructifiquen. Para seguir hablando después con los amigos. A ti por siempre, Koldo, y a tu grata memoria y a tu sonrisa herida la gratitud inmensa.

 Las sonrisas perdidas

Pedro Conde Sturla

9 julio, 2024

Koldo sabía que el tiempo no acepta prórrogas ni se aviene a consensos y te cobra en ausencias las sonrisas perdidas. Eso dijo antes de irse. Habló de las sonrisas perdidas. Habló del tiempo implacable, el tiempo que nunca perdona, el que no deja una deuda sin pagar. Se despidió de la vida, de las sonrisas perdidas.

5/7/24

Cambio de bestia (11): La firma del Concordato

Pedro conde Sturla

5 julio, 2024

El Concordato fue firmado finalmente en Roma el día 16 de junio de 1954 por monseñor Domenico Tardini y el generalísimo Trujillo en nombre de la santísima trinidad.

29/6/24

Cambio de bestia (10): Prolegómenos del Concordato

Pedro Conde Sturla

28 junio, 2024

Desde que Pittini asumió el poder como arzobispo en 1935 las relaciones entre la Iglesia católica y la bestia fueron poco menos que idílicas, por lo menos hasta el año de 1959. Es decir, casi toda la era gloriosa.

21/6/24

Cambio de bestia (9): Un padre llamado Castellanos

Cambio de bestia (9): Un padre llamado Castellanos 
Pedro Conde Sturla
21 junio, 2024

La bestia estuvo dos días de visita en Barcelona y después partió para Italia en un crucero español que Franco había puesto a su disposición. En Italia firmaría un acuerdo, un concordato con la santísima madre Iglesia católica que se había estado cocinando durante cierto tiempo. Más tiempo del que se hubiera podido pensar en principio debido a ciertas complicaciones.

14/6/24

Cambio de bestia (8) La desolación del generalísimo

Pedro Conde Sturla

14 junio, 2024

La bestia se sentía de un humor extraño. Refractario. En los pocos días que había pasado, antes de partir para Barcelona, lo habían llevado de un lugar a otro y sin descanso por Madrid y sus alrededores, le estaban dando un baño, un hartazgo de cultura, atiborrándolo de cultura, y la bestia se estaba cansando. Lo llevaron, sin contemplaciones, al Museo del Prado, a la corrida de toros, lo llevaron a la Plaza del Sol, a la Plaza de Neptuno, al Valle de los Caídos, lo llevaron al lúgubre monasterio del Escorial donde besó, en un arranque de devoción y misticismo, un fragmento de la Vera Cruz, el madero usado por los romanos para crucificar a Jesucristo. Literalmente le estaban metiendo por ojo, boca y nariz el esplendor, la grandeza, los grandes tesoros históricos de la ciudad capital. Le estaban dando más de lo que podía asimilar y es probable que no se sintiera cómodo. Después de todo él era un hombre moderno y era un guardia, nacido en el nuevo mundo y acostumbrado a otro estilo de vida. Los recibimientos y banquetes —como dice Crassweller—, se sucedían uno tras otro y es probable que la bestia no se sintiera a gusto en compañía de gente tan presumida, gente que destilaba tanta y tanta prosapia, tanta alcurnia, y que lo miraba seguramente con desprecio o como algo exótico, en el mejor de los casos. Gente —para peor— a la que no podía gritar ni insultar ni abofetear ni mandar a prisión o a ejecutar.

7/6/24

Cambio de bestia (7): El generalísimo y el caudillo

Pedro Conde Sturla

7 junio, 2024

Fue en los años cincuenta cuando el gobierno de la bestia llegó a su máximo apogeo, a la más alta cumbre. Una época de grandes reconocimientos, grandes realizaciones y grandes crímenes. Durante la que fue su última década de gobierno la bestia viajaría varias veces a los Estados Unidos, donde se lo trató como de costumbre a cuerpo de rey, fue recibido en España como un héroe por el mismo Francisco Franco, se reunió con el papa en el Vaticano para la firma del Concordato, recibió todos los homenajes como campeón del anticomunismo en América.

1/6/24

Cambio de bestia (6) Los conjurados de la dignidad

Pedro Conde Sturla


Hay ciertas diferencias entre lo que cuenta Bosch y otras versiones de lo que sucedió o pudo haber sucedido en Azua y en la curva de El Número, pero en esencia los hechos son los mismos, con excepción de algunos datos que parecen propios de un narrador omnisciente y que no es posible comprobar. Se entiende, pues, que el relato de Bosch tiene que ser en parte una dramatización del suceso, una recreación histórico-literaria. No está en discusión, por supuesto, el valor temerario que demostró Porfirio Ramirez cuando detuvieron el camión y se encaró con el aborrecido general Fiallo. Había visto los palos en manos de los guardias y sabía lo que le esperaba. En vez de amedrentarse se mostró agresivo. Decidió morir con dignidad, morir peleando, de la única forma que podía morir un hombre como el: