Pedro Conde Sturla
12 agosto, 2022
Muchas otras cosas empezarían a salir mal para Rubirosa y la bestia a partir de la revolución cubana. En 1960, a raíz de un fallido atentado contra el presidente venezolano Rómulo Betancourt, el gobierno del tirano y el tirano mismo cayeron de la gracia de sus amos. Cayeron definitivamente en desgracia con el imperio. Los países de la OEA (la llamada Organización de Estados Americanos), rompieron relaciones diplomáticas con la República Dominicana e impusieron severas sanciones. Aislaron el territorio nacional como si se tratase de una especie de leprosario.
Para peor, la noche del 30 de mayo de 1961 un grupo de conjurados le partió el pescuezo a la bestia y el poder quedó en manos de un presidente títere llamado Joaquín Balaguer y del desquiciado Ramfis Trujillo, el desquiciado y sanguinario hijo mayor de la bestia, de quien Rubirosa era amigo y más que amigo un padrino.
Rubirosa interpuso inútilmente sus buenos oficios a favor del gobierno con el propósito de obtener el levantamiento de las sanciones. Se movió activamente entre los cabilderos, pagaría montañas de dinero a periodistas, tocó a las puertas de senadores y altos funcionarios y hasta trató de lograr un acercamiento con el presidente Kennedy, que había llegado al poder en el mismo año de la muerte de la bestia, pero los resultados fueron contraproducentes. Rubirosa había sido amigo del candidato y el candidato ya era presidente y se manejaba de otra manera. Por consejo de su hermano Robert había tomado prudente distancia de gente como Rubirosa y Frank Sinatra, ya no quería tratos con ellos. Los ingratos hermanos Kennedy rompieron por igual con Sam Giancana y otros conocidos gánsteres, los mismos que a solicitud del padre de los Kennedy habían comprado los ochenta mil votos que se necesitaron para ganar por un pelo las elecciones contra el abominable Richard Nixon.
Lo malo es que lo peor no había pasado todavía para Rubirosa. El glorioso y feliz día del 19 de noviembre de 1961 un alzamiento armado, el bien llamado levantamiento de los pilotos, puso fin a los treinta y un años de absolutismo, provocó la caída de los remanentes de la tiranía y la expulsión del hijo de la bestia y sus hermanos. De hecho, casi todos sus familiares se vieron forzados a abandonar el terruño, su paraíso terrenal. El taimado Joaquín Balaguer quedó al frente de un gobierno provisional, pero también sería expulsado por un movimiento de masas al cabo de unos meses: el día 7 de marzo de 1962. Rubirosa se quedaría, pues, sin pito y sin flauta. Un nuevo gobierno provisional lo despojó de su cargo de inspector de embajadas y de sus propiedades en el país. Pero lo grave no fue perder el cargo y las propiedades sino su inmunidad diplomática, la patente de corso que le garantizaba la impunidad. No mucho tiempo después Rubirosa sería requerido por el fiscal de Nueva York para ser interrogado en relación a los asesinatos de Sergio Bencosme en 1935 y de Jesús Galíndez en 1956. Pero de ahí no pasaría la cosa. Ni Rubirosa ni los Trujillo, con excepción de la bestia, pagarían por sus crímenes.
Rubirosa no tenía, o no debía tener en esa época, preocupaciones económicas. Con lo que le había sacado a Doris Duke y Barbara Hutton hubiera podido vivir varias vidas sin apremios pecuniarios, pero a él apenas le alcanzaría para vivir los pocos años que le quedaban.
Rubirosa era un botarate. Para mantener el ritmo de vida gastaba dinero alegremente, gastaba dinero a manos llenas, como si saliera de un surtidor, como si fuera agua que saliera de la llave de un grifo inagotable. Solamente en trajes, que a veces no se ponía más de una vez, consumía una fortuna. La manutención de los caballos de polo y su mansión de lujo costaba muchísimo dinero, el mantenimiento de los autos de carrera, su colección de Ferraris, costaba un chorro de dinero, el avión sangraba el dinero.
Llegó el día en que se vio obligado a vender la exquisita mansión parisina que le había dejado Doris Duke, las valiosas obras de arte, el avión que le había dejado Barbara Hutton. Igualmente vendió joyas y otra gran parte de sus bienes. El ingente patrimonio empezaba a menguar, quizás solo le quedaban uno o dos milloncejos. Además —no se olvide— vivía ya en el destierro diplomático.
También el mantenimiento de Odile salía caro, carísimo. Odile era una mujer de lujo a la que había colocado en una pedestal del que no podía bajarla sin temor a perderla. Odile fue para Rubirosa un poco lo mismo que Rubirosa había sido para sus ex esposas. Mucha gente dice que de alguna manera le hacía a él lo que él le hacía a otras mujeres. Rubirosa tenía más del doble de su edad aunque mantenía el vigor físico. Cuando cumplió cincuenta y seis años todavía jugaba polo, practicaba boxeo, participaba en carreras de autos, seguía siendo el mismo en apariencia, pero la vejez lo estaba alcanzando y sabía que muy pronto estaría en decadencia. Lo que significaría eso para un hombre que debía casi todo a su apariencia es fácil de imaginar.
Rubirosa se había retirado un poco a medias en la nueva y más modesta villa parisina que había adquirido en las afueras de París. Tal vez quería entregarse al reposo del guerrero y eso es algo que Odile seguramente habría consentido con poco entusiasmo. Ella lo había conocido en el mundo diplomático y Rubirosa ya no pertenecía a ese mundo y tenía que aceptarlo. Difícilmente, sin embargo, la joven y fogosa Odile aceptaría exilarse de la vida a la que estaba acostumbrada. No viviría en el destierro. Rubirosa vivía para Odile. Odile era su vida. Pero la joven y fogosa Odile seguramente creía en otra vida después de Rubirosa.
En esa época Rubirosa intentó darle un nuevo sentido a su existencia, se embarcó en varias empresas, varios negocios fallidos, empezó a escribir una mentirosa autobiografía que dejó inconclusa, se dedicó a buscar tesoros escondidos, se embarcó incluso en la venta de una especie de seudo viagra, un producto criollo para potenciar la virilidad al que se le hizo mucha publicidad en la República Dominicana. El una vez famoso “Pega Palo Fortidom, que pone a los viejos como un cañón”… Sin embargo, ninguna de sus ideas dieron frutos. En cambio empezó a insinuarse en su ánimo la depresión.
El 4 de junio de 1965, en lo que sería el penúltimo día de su vida (y mientras en la República Dominicana se batallaba contra la ocupación yanqui), al frente del equipo Cibao-La Pampa, Rubirosa ganó la copa de polo de Francia. En apariencia seguía siendo el mismo triunfador, pero ya estaba derrotado.
Al sonado triunfo siguió una bacanal, una celebración en regla hasta el amanecer, todo un acontecimiento que debía haber sido feliz para Rubirosa y no lo fue. Dicen que hablaba del terror que le inspiraba la vejez, la decadencia y la vejez. Dicen que decía que no quería llegar a viejo. Dicen que Odile desapareció de la fiesta. Dicen que Rubirosa la llamó un par de veces a su casa en las afueras de Paris para ver si estaba allí y Odile no estaba. Además dicen que Odile se había desaparecido de la fiesta en compañía de un joven jugador brasileño. Dicen que Rubirosa no paraba de tomar y que no permitió que un conductor designado lo llevara a su casa. Que se veía deprimido. Que a las siete de la mañana del 5 de junio de 1965 salió disparado en su Ferrari descapotable. Que iba a ciento sesenta kilómetros por hora en dirección a su casa y que al pasar por el bosque de Bolonia encontró un árbol que venía en vía contraria. El árbol contra el cual se estrelló o quiso estrellarse.
(Historia criminal del trujillato [100])
Bibliografía:
Robert D. Crassweller, “The life and times of a caribbean dictator.Henry Espinal, “Porfirio Rubirosa-Rubí. El playboy dominicano más famoso” (https://m.facebook.com/historiadominicanaengraficas/photos/a.267065323491958/1738755342989608/?type=3)Alí Khan (https://es.m.wikipedia.org/wiki/Al%C3%AD_Khan)Lipe Collado - Porfirio Rubirosa. La Impresionante Vida de Un Seductor(https://es.scribd.com/doc/269366762/Lipe-Collado-Porfirio-Rubirosa-La-impresionante-vida-de-un-seductor-pdf)PORFIRIO RUBIROSA. MI VIDA COMO PLAYBOY (https://www.cuestalibros.com/5056218252)pablo Clase Hijo “Rubirosa: El primer playboy del mundo” (https://www.amazon.com/-/es/Pablo-Clase-Sanchez-ebook/dp/B0742FJHHQ)
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