I
No volverán tus alas a mi puerto.
Se ha marchado tu nave con las velas tendidas
y el intimo silencio de la tarde me acosa
en un letal crepúsculo saturado de incienso.
Tu sombra que devora el insomnio me visita
y te recuerdo muda como entonces.
Desnuda te recuerdo sobre un fondo marino
oscuro y vaporoso donde tímidas algas
boyas adormecidas
y pálidos veleros en órbitas nocturnas
y extrañas aves largas y enloquecidas pasan.
II
Siempre que pude ser fui ser de tierra
nunca se aventuró mi amar afuera
pero por verte así tan marinera
se hizo a la mar mi corazón a vela.
Los días marineros se hacían a la mar
y era alegre mi voz cuando querías
si te entregabas toda en corazón
en agua
y en luminosos besos transparentes
y en luminosos ímpetus
nocturnos.
Tuvo tardes marinas el verano pasado
у lunas increíbles
y días luminosos.
Tibios pájaros rotos
yacían en la arena.
Quise anudar tu corazón a tierra
pero por ser así tan marinero
se hizo a la mar tu corazón velero.
III
Marinero que fui, ya no navego
en el mar de tus ojos,
navega la memoria rediviva
de un verano que fue
que pudo ser.
La noche que caía de tus cabellos
se incendiaba en el claro de la luna de enfrente.
Oblicua sobre el mar de medianoche
casi mostrenca, pálida, afinada
reventaba en corolas
lluviosas de tu frente.
Te recuerdo en verano
aquel que no tuvimos
desnuda en el verano como un juguete loco.
Tu corazón salobre junto a mi corazón
jugaban al galope
las frutas de tu pecho jugaban en mi boca,
jugamos a la cruz de los brazos abiertos.
De pronto te crecían las olas en el vientre.
De pronto te llenabas de polen aturdido.
Sonreías a veces
como si fueran ganas de estar triste.
Marinero que fui
te navegaba.
IV
Bajo este cielo surto en la memoria
del fuego y el deseo
navega en tu silencio mi noche sin ventanas.
Mientras ignaro el mundo pesadamente duerme
un pálido velero con la brújula rota
y anémicos fantasmas cordiales y borrachos,
libros apolillados
y periódicos viejos
acompañan mis pasos por esta jaula triste.
Brisas de otoño,
suaves brisas de un mar que no retorna
aquí mi corazón se compadece.
Como incienso letal en el crepúsculo
extrañas aves tristes
y en medio de un silencio
rumbo a otro paisaje de muerte que adivino
enloquecidas pasan.
V
Hoy me persiguen fatuas luciérnagas marinas
me agobia tu presencia de fantasma en reposo.
Debajo de este sol casi perfecto
tu sombra que visita el insomnio me saluda.
Era frágil mi red para tus peces
era tu amor un rio
era un piloto ciego tu amor que no descansa.
Te has marchado
te has marchado en otoño como un ave
te has marchado
como un delgado ensueño.
Tu sombra que naufraga sutil en el recuerdo
desnuda me abandona sobre un fondo marino.
Desnuda contra el mundo
te recuerdo en verano con las alas abiertas
si extrañas aves largas y enloquecidas pasan.
Las aves de un dolor que no renuncia
sobrevuelan incendios
siembran voces aladas que retumban
multitudes de voces que retumban
palabras que retumban igual que las pisadas
en el mediodía de los pueblos.
Extrañas aves largas doradas al crepúsculo
doradas al crepúsculo
rumbo a otro paisaje de muerte que adivino
entristecidas pasan
rumbo a otro paisaje de muerte que adivino
rumbo a otro paisaje
un paisaje doméstico
un resplandor
solemne.
Por ejemplo la luna
que amortaja tu sombra en el silencio.
Diciembre 28/1979
Diciembre 6/1989
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