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25/4/25

Después que nos besamos

Pedro Conde Sturla

26 abril, 2025

Luis Enrique Gatica Silva, conocido artísticamente como Lucho Gatica, el «rey del bolero» (Chile, 1928-México, 2018)

Gatica cantaba con la boca llena, cariño como el nuestro era un castigo, y yo me castigaba, me pellizcaba los labios –los de abajo—, me arañaba los muslos, gemía su nombre, Lucho, Luchito, Luchote, él estaba en la gloria de mi intimidad, en lo más íntimo, lo más salvaje, olvidando decir que me amaba, ¿me amaba?, quien no amara no dijera nunca que vivió jamás.
Mayra Montero
«La ultima noche que pasé contigo»
¡Qué le dijo el gato a la gata?
Por ti lucho, gatica


No lo podía creer, pero era cierto, terriblemente cierto. Me dijo crudamente que borrara su nombre de mi cuaderno, que ya no soportaba este infierno, que no aguantaba este invierno de nuestro amor fracasado. Me dijo terminantemente que la dejara libre para que pudiera seguir nuevos caminos en busca de otros cariños, que borráramos definitivamente nuestro pasado. Que me dejara en fin de lloriquearías y me portara como un hombre, que toda quimera se esfuma como blancura de espuma que se desmaya en la arena.

11/4/25

Andancias románticas y semióticas

Pedro Conde Sturla

12 abril, 2025 

a dinápoles soto bello

En cuanto le dije lo que tenía que decirle la muchacha empezó a ponerse de un color incipiente, entre tumebárico y prurriginoso. Me dijo que no entendía mis palabras. Ni yo tampoco, en verdad.

Me dijo que sólo sabía hablar burrundangueras y adoptó de inmediato una expresión epifenótica. Le dije que no me chicolizara, que bien que le gustaba el chiquitoneo. Me dijo que no me pusiera plebeyo y tenía razón. He sido un Conde plebeyo toda la vida.

4/4/25

El caso Galíndez (1-3)

Pedro Conde Sturla 

En lo que serían los últimos años de la era gloriosa el instinto criminal de la bestia se exacerbó en grado superlativo, la bestia pareció enloquecer. La bestia cometía asesinatos tanto en el país como en el extranjero y su atrevimiento no tenía límites, no conocía límites, pero el atrevimiento lo llevó a la perdición, a enfrentar sanciones y el disgusto de sus padrinos tras el atentado contra Rómulo Betancourt, el presidente de Venezuela. Provocó su caída de la gracia de Dios, la gracia del imperio.