Pedro Conde Sturla
4 enero, 2025
Durante el tiempo que duraron sus estudios en los Estados Unidos, el bestezuelo disponía de un rancho para pasar los días que se le antojaban en Leavenworth, se alojaba algunos fines de semana en el Ambassador Hotel de Kansas, tenía a su disposición el Yate Angelita en el puerto de New Orleans y algún lujoso escondrijo en Hollywood. De hecho viajaba con frecuencia y se desplazaba continuamente en avión y en tren de un lugar a otro. Solo para estudiar y para asistir a clases le faltaba tiempo, pero eso no le quitaba el sueño. Probablemente pensaba que era un estudiante honoris causa, que lo habían invitado a estudiar por deferencia, como una muestra de respeto y cortesía hacia él y su padre y que al final le darían un pomposo título y las más altas calificaciones.