Pedro Conde Sturla

«El sexo a los noventa es como intentar
jugar al billar con una soga».
George Burns
A partir de una cierta edad la vida comienza a parecerse cada día más a la muerte, a un oficio de difuntos, aunque no en el sentido que tiene en la novela homónima de Arturo Uslar Pietri. No como un ciclo de oración, no como la bellamente llamada Liturgia de las horas, sino como un quehacer, literalmente, una ocupación, una faena. Eso que César Pavese llamaba «El oficio de vivir», que en este caso es un poco el oficio de morir. A eso me refiero, a una etapa en que la vida —el oficio de estar vivo— empieza a confundirse con la muerte.