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29/8/25

El asesinato de Castillo Armas (2): Las huellas de la bestia

Pedro Conde Sturla

El asesinato de Carlos Castillo Armas estuvo envuelto desde el principio en un aura de misterio e intriga. La persona que supuestamente le disparó fue encontrada sin vida a muy poca distancia del lugar. Se llamaba Romeo Vásquez Sánchez y era un guardia, uno de los guardias de servicio de la casa presidencial. Pero también era comunista y partidario de Jacobo Árbenz y había dejado un diario donde admitía haber planificado su muerte, la alevosa muerte de Castillo Armas. Además se había suicidado con la misma arma con que lo había ejecutado. Lo comprobaba la bala que encontraron en su cabeza. Todo estaba aclarado, entonces, sólo un comunista y partidario de Árbenz podía tener interés en matar a Castillo Armas. ¿Quiénes, aparte de los izquierdistas, podían estar interesados en asesinar a un presidente que contaba con el apoyo pleno del imperio?

23/8/25

El asesinato de Castillo Armas

Pedro Conde Sturla

La bestia dormía poco en esa época. Lo desvelaban sus sueños criminales, la ejecución de sus planes criminales. Unos meses después del frustrado atentado contra Jose Figueres, presidente de Costa Rica, se llevó a cabo el extraño asesinato de Carlos Castillo Armas, presidente de Guatemala. Lo único que tenían en común ambos sucesos era la mano criminal de Trujillo, el brazo largo de la bestia. Figueres era un enemigo jurado de Trujillo, pero Castillo Armas era un dictador al que la bestia había ayudado a ascender al poder. Trujillo no lo odiaba porque fuera un adversario, lo odiaba y lo mató por mal agradecido, por haberse negado Castillo Armas a concederle una condecoración en pago de sus buenos servicios. Trujillo estaba desquiciado, eso se sabía, era un rumor que corría de boca de boca, todos lo decían o lo pensaban, pero el asesinato de Castillo Armas, o mejor dicho el motivo, demostraba de manera fehaciente hasta qué punto. Lo había estado siempre, en rigor. Pero ahora estaba más desquiciado y ebrio de sangre que nunca.

16/8/25

El brazo de la bestia en el extranjero

Pedro Conde Sturla

A raíz del escándalo que provocó el rapto y asesinato de Jesús de Galíndez parecía sensato pensar que la bestia había escarmentado, que había aprendido una lección y que no volvería a aventurarse en semejantes empresas. Raptar a un extranjero en un país extranjero (en la misma ciudad de Nueva York) tenía serias consecuencias. Había desafiado al imperio y el imperio había mostrado su disgusto. O por lo menos fingió disgustarse. Sacó los dientes, emitió un gruñido. Pero la bestia no se lo tomó muy en serio. Lo de Galíndez fue sólo el comienzo, una especie de ensayo. Apenas un año después estaba tramando cosas peores.

8/8/25

La vida bajo el Servicio de Inteligencia Militar (SIM)

Pedro Conde Sturla

Nunca hubo en este país una época tan tenebrosa. Los llamados cepillos (aquellos claustrofóbicos Volkswagens negros, aquellas tres figuras funerarias en su interior), recorrían las calles de ciudades y pueblos con su lúgubre ronroneo y eventualmente se detenían a cualquier hora de la noche frente a una casa sin apagar el motor. Los funerarios podían estar buscando a alguien, podían haberse detenido por casualidad o por rutina, podían estar tratando de ubicar el lugar donde una o varias personas escuchaban noticias del exterior en onda corta, podían haber hecho un alto para arrojar un muerto frente a la residencia de sus familiares.

1/8/25

La ascensión de Johnny Abbes

Pedro Conde Sturla

2 agosto, 2025

Johnny Abbes era un ser excepcionalmente dotado para el mal. Exhibía, en efecto, un talento innato, una maligna inclinación luciferina, una vocación irreductible. Además se había preparado profesionalmente para ejercer el mal, se había organizado metódicamente: había adquirido en México los conocimientos que necesitaba para convertirse en un profesional del crimen. Es decir, tenía la formación y el talento y la plena disposición. El niño que se divertía sacándoles los ojos a los pollos había crecido y ahora quería sacarle los ojos a la gente.